Una mirada hacia el interior de la mente
No hace mucho tiempo sentí la inquietud de ir al cine, no era para ver una película en especial, sino más bien para tratar de darme una idea sobre el lugar donde pudieran estar almacenados los recuerdos en la memoria.
Tal vez suene ridícula la comparación que pensé en hacer entre el cerebro humano con respecto a una sala de cine, pero tenía que hacerla. Para llevar a cabo mi plan tenía primero que comprar un boleto, enseguida entrar a la sala.
Eran como eso de las cinco de la tarde, más o menos, cuando entré a Cinépolis a comprar un boleto para ver la película “Mirando al cielo” la cual se trataba de la historia del cristero mexicano José Sánchez del Río. Como he dicho, no iba por ver la película precisamente, sino para realizar un ejercicio sobre la memoria del cerebro humano con respecto a una sala de cine.
Por ese motivo no quiero salirme del tema, aunque conviene que mencione el contexto sobre mi visita a ese lugar público.
Cuando entré a la sala ya había comenzado la película, por esa razón la sala estaba oscura, sin luces. Conforme fui caminando por el pasillo que conduce hacia las butacas, me fui guiando por las luces que emitía la pantalla grande para ver los asientos disponibles.
La idea que tuve antes de elegir un asiento era observar de pie el área de las butacas, desde las que estaban mero arriba, luego en forma descendente hasta llegar a la línea de la primera fila.
En lo que estaba mirando las butacas alcancé a ver que las luces de la pantalla alcanzaban a iluminar unas butacas de la parte del medio, no a todas, sino solo a unas cuantas; nuevamente las luces alcanzaron a iluminar algunas butacas de la primera línea; en cuestión de instantes, las luces de la pantalla llegaron tenues a iluminar otras butacas de la parte de arriba, no a todas, solo algunas.
De acuerdo con la observación anterior llegué a la conclusión de que mientras unas butacas eran iluminadas, otras, en cambio, permanecieron en la oscuridad; no siempre se iluminaban las mismas.
Tal vez este análisis sea muy simple, aunque ahora lo que conviene es hacer una comparación.
Si cierro los ojos y me pongo a intentar recordar experiencias del pasado, podemos notar que no se alcanzan a recordar muchas cosas, sin embargo, si lo sigo intentando por medio de un esfuerzo me voy a dar cuenta que el pensamiento viene siendo como la luz dentro del cerebro que ilumina recuerdos del pasado inmediato o de largo plazo.
En este intento por recordar hay ciertas experiencias que no se alcanzan a iluminar porque la proyección de luz que emite nuestro pensamiento no tiene la suficiente fuerza, está débil.
Si comparamos todas aquellas butacas que permanecieron en la oscuridad en la sala de cine, con respecto a los recuerdos que no se alcanzan a recordar, valga la redundancia, nos podemos dar una idea que esos recuerdos o experiencias tal vez no alcancen la luz, y la pregunta podría ser ¿por qué no alcanzan la luz del pensamiento?
Hasta cierto punto nos entra un poco de miedo, porque hablar de la palabra “oscuridad” denota algo malo, llegamos a creer que existe algo de siniestro. Por otro lado, para los que intentamos bucear en el interior de la mente buscando respuestas, podemos suponer dos cosas: que nuestro pensamiento está débil porque no es claro debido a preocupaciones, a un mal concepto que tenemos de la vida, por tanto, los prejuicios no nos permiten entrar a navegar por la mente, por el contrario, nos bloquean.
O porque no conocemos cómo funciona nuestro cerebro, por eso desconocemos que la luz del pensamiento es capaz de llegar a iluminar todos aquellos recuerdos del pasado, sean de ayer o de hace cincuenta años.
Lo que sí podemos estar seguros es que en una parte de nuestro cerebro están archivados los recuerdos y necesitan luz al igual que todos los demás recuerdos, y no es que sean siniestros, ni oscuros, sino que están así por falta de luz, al igual que las butacas de una sala de cine que, de alguna manera, permanecen en la oscuridad porque no les alcanza a llegar la luz de la pantalla grande.
Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista
Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.
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